lunes, 23 de mayo de 2016

Esta es la razón por la que nunca debes comprar nada que contenga Aceite de Palma.



Las imágenes de la destrucción del hábitat de millones de animales y la desaparición de cientos de especies de plantas son realmente tristes e impactantes.
Dos de las regiones más importantes en términos de biodiversidad del mundo son Borneo y Sumatra, sin embargo, tienen la lista más larga de especies en peligro de extinción. Esta lista incluye el orangután. Estas islas del sudeste asiático son ricas en vida, contienen alrededor de 20.000 especies de plantas con flores, 3.000 especies de árboles, 300 mil especies animales y miles más que se descubren cada año.
A pesar de la biodiversidad, un área del tamaño de 300 campos de fútbol de la selva tropical se borra cada hora en Indonesia y Malasia para dar paso a la producción de aceite vegetal. Es decir 6 campos de fútbol destruidos cada minuto. Este aceite vegetal se llama aceite de palma y se puede encontrar en cientos de productos de uso cotidiano, desde productos de panadería a los cosméticos.
La masiva demanda internacional para las plantaciones de aceite de palma está reemplazando rápidamente las selvas del hábitat del orangután críticamente en peligro de extinción; más del 90 por ciento de su hábitat ya ha sido destruido en los últimos 20 años. Los orangutanes comparten aproximadamente el 97 por ciento de su ADN con los humanos. Se estima que 6 a 12 de estos animales son asesinados cada día por extraer el aceite de palma.
Los orangutanes son considerados plagas por parte de la industria del aceite de palma. En la deforestación a los trabajadores se les dice que si la vida silvestre se interpone en el camino, hagan lo que sea para disponer de ellos, no importa lo inhumano que sea. Los orangutanes son a menudo atropellados por máquinas madereras, golpeados hasta la muerte, enterrados vivos o quemados todo en el nombre de aceite de palma.
Más de 50.000 orangutanes han muerto como resultado de la deforestación a causa de aceite de palma en las últimas 2 décadas. Si este patrón de destrucción continúa, estas criaturas estarán extintas en la naturaleza dentro de 3-12 años. También su hábitat de la selva será completamente destruido en menos de 20 años. Alrededor de 50 millones de toneladas de aceite de palma se producen anualmente; casi todo producido de manera no sostenible, es decir exterminando flora y fauna.
El aceite de palma tiene un impacto sorprendente en el planeta. La producción no sólo es responsable de contaminar ríos y causar erosión de la tierra,si no que los trabajadores de las plantaciones incendian los restantes árboles, arbustos y escombros, que producen cantidades excesivas, de humo que es tóxico para la tierra. Este es el segundo mayor contribuyente a gases de efecto invernadero en el mundo.
Si compras productos que contienen aceite de palma, estás contribuyendo en la destrucción de selva virgen, acabando con las especies, y ayudando a crear un desastre ecológico a gran escala. Antes de comprar productos de aceite de palma, piensa en las consecuencias de no tener ciertas criaturas y selvas tropicales, es horrible!


domingo, 22 de mayo de 2016

MEDITERRÁNEO, con el recuerdo para los que dejaron en él su vida buscando una mejor.

. Joan Manuel Serrat ‘Mediterráneo’. 
Un mar que une pueblos y culturas.


Con el recuerdo para los que dejaron en él su vida buscando una mejor.



Más de 20.000 cadáveres invisibles bajo las aguas del Mar Mediterráneo.



El tiempo no pasa para algunas cosas tan graves....

Vuelvo a leer hoy este artículo de 2013 y veo que nada ha cambiado, al contrario, a empeorado. En 2013 eran (posiblemente, si no mas), más de 20.000 cadáveres. Y hoy? no quiero ni pensarlo, porque aún sin pensarlo y si te palpita el corazón mas allá del interior del pecho, lo piensas, es inevitable.


María Amparo Bárcenas Pérez
22-5-2016

   
                                                        Playa de La Herradura (Granada)


Llega la policía apenas clavada la última cruz. Una cruz de caña, de sólo dos ejes trabados con una cuerda. Una cruz como todas las demás (todas similares; ninguna igual que otra) que conforman el improvisado cementerio, como mástiles de barcos asomando desde el fondo de la arena. Y en el centro, en el vértice de cada una de ellas, una estampa en blanco y negro con rostros oscuros de ojos grandes, miradas de cansancio, o miedo, o nada.
Llega la policía y se acaba la historia, apenas comenzada, a pesar de la madruguera, el ánimo, el trabajo de los seis jóvenes que desde primera hora de la mañana han estado elaborando y colocando en Playa Granada los motivos de su actividad: la severa puesta en escenaque sirve tanto de tributo como de grito sordo, de bofetada silenciosa ("Qué mal rollo", comenta algún bañista al franquear la pasarela) y de pretexto para el diálogo. Porque el problema, claro, es que cuando uno va a la playa lo que espera es encontrar sombrillas, y no un cementerio, aunque sea simbólico, de fantasmas remotos sin identificar. Precisamente paradesalambrar esa distancia entre los voluntarios (aguafiestas, 'siesos' del domingo) y los inocentes ciudadanos que sólo han venido a pasar un tranquilo día de playa, sirve el primer impacto del paisaje.
Pero llega la policía, y no por iniciativa propia: algún bañista se ha quejado por teléfono, antes de dirigirse a los muchachos. El agente que habla con Alejandro omite los detalles de la llamada, pero le informa de que se precisa autorización para "ocupar espacio público" (las sombrillas, las colchonetas, el volumen corpóreo de la propia gente no supone ocupación de espacio público). No hay problema, tranquiliza Alejandro, que conversa amigable con los tres funcionarios del Ayuntamiento y les explica el motivo de la intervención: "Es algo que llevamos haciendo ya tres veranos en esta playa, como homenaje a los que han muerto al huir de su país e intentar llegar a nuestras costas". El policía local –correcto, educado– lo comprende muy bien –e insiste en este punto– pero señala que, lamentablemente, es lo que hay, no está en su mano. El protocolo le obliga a pedir el DNI a Alejandro; y Alejandro y el resto del grupo (Álvaro, Carlos, María, Félix, Mar) se ven asimismo obligados a deshacer el trabajo y limpiar la playa de cruces.
Alejandro es Alejandro Ruiz Morillas, de 32 años; biólogo, poeta, activista social en diversos frentes y responsable, junto con Antonio Granadilla y la mencionada María Rodríguez, del grupo A Desalambrar en Granada. Una plataforma nacional procedente del llamado teatro de la escucha que ideó en Murcia, en 2009, la acción de marras, Fronteras invisibles, con el fin de recordar "la guerra contra los empobrecidos del Sur", según reza su manifiesto. Ésa que continúa, desde hace decenios, "expoliando sus países, provocando guerras, explotando a sus gentes como mercancía" y forzando al éxodo a miles de personas, en un genocidio sin término que se viene cobrando desde el pasado siglo "más víctimas que la Segunda Guerra Mundial". Fronteras invisibles se ha desarrollado este año, además de en lugares de toda España (Murcia, Madrid, Barcelona, Galicia…), en Londres, Marsella, Varsovia, la frontera mexicano-estadounidense...
Fronteras invisibles; guerra silenciosa. Pero no sólo las que padecen las víctimas:también las que mantenemos todos soterrada, diariamente, a este lado de la orilla, y que nos impiden mirarnos sin velos a los ojos.

Fronteras cotidianas

Los integrantes de A Desalambrar no pueden (ni pretenden) detener, ellos solos, el FRONTEX (la Agencia Europea para el Control de las Fronteras al que la plataforma atribuye "el trabajo sucio en materia de represión de los migrantes"), o ciertas leyes de la Unión Europea, o los CIE’s (Centros de Internamiento para Extranjeros); ni siquiera evitar que les levanten las cruces de su cementerio metafórico. Pero sí pueden hablar cara a cara, mirar a los ojos; derribar el muro silente de los que pretendemos creer que sólopasamos por aquí. Y que nos registren.
"Nuestro interés es implicar a la gente desde lo concreto, lo más cercano, porque desde experiencias concretas, pequeñas, se pueden empezar a hacer mayores cosas". Alejandro se concede una tregua bajo la sombra para hablar con el periodista, ahora en la vecina playa de La Herradura, adonde todo el grupo se ha trasladado con sus bártulos: carga y descarga del coche y vuelta a clavar las cruces, a intentar establecer diálogo con los bañistas, los curiosos que se acercan a interesarse por la instalación. "Es un espacio para hablar de este drama con la gente desde una perspectiva simbólica. La forma en que solemos encarar estos dramas es obviarlos, para poder seguir con nuestras vidas sin dar una respuesta. Pero lo cierto es que vas a bañarte a un mar [el Mediterráneo] en el que sabes que hay más de 20.000 cadáveres [los muertos estimados desde 1988 al intentar alcanzar las costas de Andalucía y Canarias, según la UNESCO]. De esa impotencia viene hacer esto. Pero siempre desde la no violencia, porque si no, alimentas la misma estructura que genera el mal". 
Recuerdan, las palabras de Alejandro, a Insomnio, aquel poema de Dámaso Alonso ("Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres…) en el que los cadáveres resultan más bien los muertos vivientes que intentan conciliar el sueño tras la devastación, en la miseria moral de la dictadura: "Sí; podríamos plantearnos quién está más muerto, los del fondo del mar o los que llaman a la policía porque se molestan… Para mí ha sido más honesto el policía. Y es que tenemos miedo del otro; preferimos mandar a alguien a que nos quite de la vista el problema… Eso es justo lo que pasa con los inmigrantes". Como con tantas otras cosas, "necesitamos cada vez más espacio para que la realidad no nos salpique, que no salpique a nuestros hijos y no se hagan preguntas; que no exista". 
Hijos. Precisamente María dialoga ahora con un trío de amiguetes que rondan los once, los doce años. Los púberes se han acercado a las cruces ("¿Es por lo de Santiago?", el accidente de tren, preguntan al principio). Luego, alguno asevera que los inmigrantes "vienen a quitarnos el trabajo" –igual que otra señora mucho más mayor, horas antes, en Playa Granada. También pregunta alguno, perplejo: "¿Y no os pagan por hacer esto?".  

El trabajo silencioso 

En opinión de Mar, psicóloga, otra de las voluntarias hoy en la playa y especializada en intervención social creativa, "si no cambiamos previamente la forma de pensar, si no cambiamos nosotros, las personas que formamos las comunidades, el sistema no va a cambiar nunca de forma sustancial". Por ello ve un síntoma esperanzador en el hecho de haber encontrado hoy, también, a gente dispuesta a luchar, sin ningún ruido, desde su propia parcela de vida.
Se refiere Mar a profesionales de distintas ramas que han ido acercándose al grupo a lo largo del día, sigilosamente, para solidarizarse con la campaña. Dando las gracias por ese homenaje a las víctimas, contando su lucha particular; compartiendo historias, incluso, que por su trabajo tienen que ver directamente con el drama de la inmigración, con el naufragio. Personal relacionado con el control marítimo, o con la seguridad, que, quizás, a veces, no ven ciertas cosas (o directamente intervienen en sentido contrario al estipulado).  Médicos que –quizás, tal vez, a veces– no acatan exactamente las órdenes de arriba de no atender a los inmigrantes en los centros de salud… Etcétera.
Gente "invisible" la mayoría del tiempo, como los mismos integrantes de la plataforma, que hacen cada día, sencillamente, lo que creen que debe ser su trabajo. Y que tampoco se resignan a tomar el sol sin conflictos frente a un mar de más de 20.000 cadáveres. La población total, por cierto, de ciudades como Nerja, Almonte o Guadix.


sábado, 14 de mayo de 2016

La ira daña la salud de las personas.

La ira o el enojo es una emoción negativa que suelen tener las personas. Pero esta emoción genera consecuencias negativas en la salud.No manifestar la ira provoca problemas psicofísicos pero también exteriorizar demasiado la ira puede producir efectos dañinos para la salud.
Si la persona siente regularmente ira o enojo estará propenso a padecer diferentes afecciones que alteran su salud. Los adolescentes y los jóvenes adultos son los más afectados por la ira pero es una emoción que todas las personas sienten en algún momento de su vida.
Las consecuencias en la salud de sentir ira son:
-aparición de ulceras
-dolores de cabeza o episodios de migraña
-problemas cardiacos como arritmias, pre infartos, infartos
-generar hipertensión
-causar un derrame cerebral
-desencadenar indigestión y problemas digestivos
-ataques de asma
-problemas de insomnio
-problemas en la piel

Un fuerte ataque de ira en una persona con ciertos problemas de salud o factores de riesgos, puede generar enfermedades y hasta la muerte.
Es importante aprender a manejar la ira de forma adecuada para poder expresarla correctamente y de esta manera no dañe la salud de las personas.
Sacar la ira con violencia no ayuda a mejorar o cambiar esta emoción negativa por lo que no es una buena opción para sentirse mejor.
La ayuda psicológica es vital para poder encontrar las causas de la ira y lograr manejar la en forma saludablemente. 
Cada persona puede tener diferentes razones para sentir ira por lo que hay infinidad de causas pero lo más importante es buscar ayuda, ya que es realmente mala para la salud esta emoción.