sábado, 14 de diciembre de 2019

MI LIBERTAD.



Mi libertad que nació conmigo, en diciembre y libre,
sin saber que tenía las alas inmensas,
en el rincón de los prejuicios, la encerraron,
la creyeron de acero y la golpearon,
la creyeron ciega y la eclipsaron,
la sobre-pobre-protegieron.
Y con el tiempo…
Mi libertad creció, con un color camaleón sepia,
mi libertad olía a ropa guardada, naftalina e incienso,
mi libertad era hipócrita, de doble moral y convenida,
mi libertad agonizaba cansada y aburrida.
Quería decirle a mi libertad que era libre, libre de veras,
pero no me oía, estaba medio sorda, castrada y dormida,
en la vieja y húmeda estancia de la esquina de mi vida,
sobre sus blancas alas, tristemente encogida.
Mi libertad tenía las alas grandes, inmensas
pero débiles y rotas…
Mi libertad curó sus alas rotas,
cuando vi de pronto confundida,
que me encontraba a mi misma desnuda, llorosa,
allí, en cuclillas, frente al gran espejo de mi vida,
mirando su gran sombra arrancada de la mía.
Mi libertad la liberé del olvido,
con orgullo, con ilusión, con ternura
y coloreé sus alas inmensas y blancas,
con el dorado ardiente del dolor de mis heridas.
Mi libertad tiene ahora,
el color del oro y del fuego,
el olor de una mañana de Sol,
de pasto húmedo recién cortado.
Mi libertad tiene más de cinco sentidos,
mi libertad no tiene forma, religión, ni sexo.
Mi libertad no cree en Dios ni en el diablo,
pero toca con sus puntas aladas,
tanto el cielo como el infierno.
Mi libertad viaja de extremo a extremo,
mi libertad si vieja, es joven de espíritu,
mi libertad me espera callada y sumisa,
pero me reclama vehemente y agresiva,
cuando piensa que la olvido.
A las alas de mi libertad, grandes, inmensas,
heridas y rotas, las voy a arreglar,
ellas arregladas me llevarán lejos del mal,
de la melancolía y de el dolor no merecido.

M.A.B.