jueves, 5 de septiembre de 2013

Mi cuerpo es una cárcel y en el agua soy libre.

Una ingeniera de Minas gallega que sufre graves brotes de fibromialgia, enfermedad con dolor crónico muscular, nada en travesías en mar abierto para divulgar la patología.


Hay un lugar como el líquido amniótico en el que flotan los bebés dentro del vientre materno, que inspira protección, ingravidez y calma. Para Loli Paz, el mar es eso: una tabla de salvación. Un lugar en el que zambullirse para nadar hacia adelante, con la vista en el horizonte y bracear hasta la costa. Allí la espera la satisfacción del reto cumplido. Esta gallega de 29 años que sufre fibromialgia lucha con kilómetros de nado, mientras acaba su tesis en la Universidade de Vigo

ELENA OCAMPO| A CORUÑA "Actualmente tengo 29 años, soy ingeniera de Minas especialista en Materiales. Durante mi brote de seis meses trabajaba como ingeniero de Materiales en un centro tecnológico". El contrato de Loli Paz venció una semana antes de la operación de vesícula a la que tuvo que someterse tras perder veinte kilos de peso -entre septiembre de 2011 y febrero 2012-. "En este momento me dedico a terminar mi tesis doctoral en la Universidade de Vigo".

Ese es parte del currículo de una mujer viguesa que, tras su faceta profesional sufre también los repetitivos dolores de la fibromialgia -una enfermedad poco conocida aún-. Y desde hace cinco meses, lo afronta con una terapia que se ha autoimpuesto: la natación. Siempre le gustó nadar y ahora, a pesar de que los médicos pronosticaron que no podría volver a hacerlo, se enfunda el bañador de Nadando libre -sus patrocinadores- para concluir travesías de kilómetros en mar abierto. Aunque comenzó hace apenas cinco meses, ya tiene varios éxitos en su palmarés, además de retos futuros.

El umbral de la enfermedad "se diagnostica según cuántos puntos de dolor a la palpación tengas en el cuerpo", explica la joven. Del máximo de 18, Loli Paz tiene 17 puntos de dolor. "Me duele todo el cuerpo aunque no me toquen", relata. "Mi día a día se hace cuesta arriba ya que los enfermos de fibromialgia tenemos problemas de insomnio, así que me levanto cansada, dolorida y muchos días deprimida porque no puedo hacer lo que hace la gente de mi edad. Así que reúno todas mis fuerzas para poder entrenar y allí, en el agua, soy una persona libre ya que mi cuerpo es una cárcel", explica.

Aún así, hubo momentos delicados que requirieron luchar contra el abatimiento: "Tras conocer mi diagnóstico oficialmente hace un año (fibromialgia y síndrome de fatiga crónica (SFC)) pasé un brote de dolor muy grande y muy largo de seis meses en la cama, durante el que no podía casi moverme de cama, no podía comer y vomitaba todo (...)", explica. Durante todo ese tiempo, en que fue consciente de que tenía una enfermedad dolorosa, cayó en una depresión. Era importante, entonces, encontrar estímulos de superación. "Yo he sido nadadora aficionada desde siempre, dejé de nadar cuando los dolores empezaron a ser más grandes... pero siempre tenía en la cabeza la idea de nadar", reconoce.

Mejoría psicológica

"Cuando pasé este brote pensaba en si nadar me mejoraría en algo, aunque fuese psicológicamente". Aunque los médicos no se lo recomendaran, fue tímidamente a finales de febrero cuando comenzó a nadar en la piscina. Muy poco a poco, con muchísimo dolor por la fibromialgia y por las cicatrices de la operación -reconoce- pero, "a pesar del dolor sentí que volvía a servir para algo, que era una persona útil otra vez, que ya no era una enferma". Con esfuerzo, siguió nadando en la piscina, "con la esperanza de poder volver al mar". Y así, se embarcó en esta aventura. "Aunque cueste, se puede seguir adelante. A mí me hubiese gustado, en mis peores momentos, ver un caso como el mío que me demostrase que podía haber una luz al final del túnel, me hubiese animado".

Esta nadadora viguesa avanza que está realizando trámites con Capitanía Marítima para realizar en Vigo la Travesia a Nado por la Fibromialgia, el Síndrome de Fatiga crónica y la sensibilidad química múltiple. Consistiría en un cruce de la ría desde Cangas hasta Alcabre en Solitario; unos cuatro kilómetros, razona.

La próxima travesía en la que Loli participará será el próximo sábado, 28 de julio, en el Dique Barrié de la Maza en A Coruña (3.200 metros) y las ya completadas han sido Tabarca-Santa Pola (5.900 metros) y Cabo Udra-Pescadoira, hace apenas dos semanas (4.430 metros).

Otro de los motivos por los que Loli Paz comenzó esta particular carrera contra los obstáculos de la enfermedad es que quería hacer divulgación de la patología: "Como nuestro dolor es invisible, nos digan que no parecemos enfermos, cuando por dentro nos morimos de dolor". El equipo Nadando Libre fue quien le ofreció un patrocinio y le ayuda con los entrenamientos para hacer el menor daño posible a su físico. En la divulgación, tanto la Liga Reumatolóxica Galega como la Fundació per a la Fibromiàlgia i la Síndrome de Fatiga Crònica de Cataluña le ayudan desde sus páginas web e incluso con ánimo personal de sus directivos médicos.

"En mi caso, después de la operación, empecé a sufrir muchas intolerancias alimentarias y reacciones adversas a químicos así que ya no puedo comer normalmente y muchas veces tengo que usar una mascarilla para salir a la calle porque perfumes, humos, colonias, jabones, detergentes me generan problemas gástricos y brotes de fibromialgia".


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