miércoles, 25 de septiembre de 2013

Termina el verano más irrespirable de Madrid.

La capital batió todos los récords de contaminación por ozono troposférico, situándose a la cabeza de Europa por esta polución.

Acaba de terminar el verano. Si esto ya es de por sí una mala noticia para algunos, aún hay más: ha sido el verano más contaminado de la historia de Madrid. Los medidores de la capital y la comunidad han registrado niveles récord de ozono troposférico y han colocado a la población a la cabeza de Europa en el ranking por este tipo de contaminación, según ha denunciado Ecologistas en Acción.
Más de la mitad de las estaciones de medición de la calidad del aire superó ya en agosto el límite anual que marca la ley y se ha podido ver cómo, en una quincena de días, registraban niveles de ozono considerados perjudiciales para la salud por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las leyes españolas y europeas.
El problema afecta especialmente a niños, personas mayores y gente con problemas respiratorios. Pero también a las personas que realizan ejercicio físico al aire libre, inconscientes de lo que respiran: un componente del aire que irrita nariz y garganta y que crea sensación de cansancio y hasta dolores de cabeza.
Madrid, mal lugar para hacer deporte
Según Juan García, un portavoz de Ecologistas en Acción,  no ha interesado “hablar de esto por la candidatura a ser sede olímpica porque no ayudaría reconocer que, durante diez horas al día, es perjudicial realizar deporte en la ciudad”. García especula sobre los motivos por los cuales la polución atmosférica no acapara portadas de periódicos, como ha hecho en otras ocasiones, cuando la crisis y el paro no eran tan graves.
Además, recuerda García,  “el ozono no se visualiza, como otros contaminantes (NO2 o partículas en suspensión), y por tanto es difícil de apreciar su presencia si no se conoce su existencia o no se informa adecuadamente”. Es decir, no se ve, como se suele ver en otros meses del año la boina gris que cubre la capital. Pero está ahí.
Para los ecologistas, caben dos maneras de enfrentar el problema: yendo a las causas y evitando sus consecuencias. Por eso proponen desde hace tiempo que se informe, a través de paneles, de los niveles de contaminación atmosférica, “del mismo modo que se informa de la temperatura”.
Además, denuncian también, el problema de la contaminación hay que atajarlo yendo a la raíz: disminuyendo la circulación y la velocidad. Para eso, recuerdan, en otras capitales europeas, se ha potenciado el carril-bici, se han restringido los límites en las carreteras que rodean la ciudad y se ha construido más carril VAO (vehículos de alta ocupación). Sin embargo, critican, la Administración no parece muy interesada en estas políticas, olvidando el coste económico que tienen, al afectar a la salud de los trabajadores.
Ozono ‘bueno’, ozono ‘malo’
¿Pero qué es exactamente el ozono troposférico? ¿De dónde sale? Digamos que hay dos ozonos, uno bueno y uno malo. José Miguel Viñas, meteorólogo, explica que “el ozono bueno o protector es el que abunda en la estratosfera, entre los 25 y los 40 km de altitud [en la capa de ozono]. Allí arriba su concentración relativa es elevada y absorbe muy eficazmente la peligrosa radiación ultravioleta”.
Sin embargo, a baja altura, también existe ozono, aunque a muy baja concentración. “Las descargas eléctricas de las tormentas o el oleaje dan como resultado la formación de ozono”, explica Viñas. Pero el problema viene cuando ese ozono se forma a partir de la acción humana.
Resulta que las emisiones de dióxido de nitrógeno que salen de nuestros coches, calderas e industrias, al recibir los rayos del sol, dan como resultado la formación de “ozono malo”. Con el sol del verano -“especialmente en Madrid, por su tamaño y por estar mal ventilada”-, las concentraciones de ozono se disparan. 
Más de 2 millones de muertes anuales en el mundo
Según Viñas, “lo más preocupa
nte es la persistencia de este tipo de episodios, ya que el impacto a la población aumenta conforme es mayor el tiempo de exposición”.
Ahora, terminada la temporada de ozono troposférico, las grandes urbes españolas se seguirán enfrentando al resto de contaminantes (el CO2 y las partículas en suspensión), sintiendo la contaminación, pero sin pensar mucho en ella.
Probablemente, dejando de lado las estimaciones publicadas este mes por la Universidad de Carolina (en Estados Unidos), que calculan en 2,1 millones las muertes anuales relacionadas con la contaminación, o la estimación de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, que cifra en 1.500 las muertes prematuras por esta causa.
Vista de Madrid tomada desde las Torres KIO, en donde se puede apreciar la contaminación sobre la capital. | Efe


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